Antes de entrar en el desierto los soldados bebieron largamente el agua de la cisterna. Hierocles derramó en la tierra el agua de su cántaro y dijo: Si hemos de entrar en el desierto, ya estoy en el desierto. Si la sed va a abrasarme, que ya me abrase. Ésta es una parábola. Antes de hundirme en el infierno los lictores del dios me permitieron que mirara una rosa. Esa rosa es ahora mi tormento en el oscuro reino. A un hombre lo dejó una mujer. Resolvieron mentir un último encuentro. El hombre dijo: Si debo entrar en la soledad ya estoy solo. Si la sed va a abrasarme, que ya me abrase. Ésta es otra parábola. Nadie en la tierra tiene el valor de ser aquel hombre.
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